La normativa israelí no empezó a exigir el uso de GMP para el cannabis medicinal local hasta 2018. Esto ha llevado a un aumento de las inversiones requeridas para diferentes partes de la cadena de valor, un aumento de los precios y, como en otros lugares, un mercado negro animado y altamente competitivo que ha ido ganando fuerza a partir del mercado médico legal.
En Israel, los productos derivados del cannabis constituyen un segmento independiente; llegan como producto acabado, sin intervención de los farmacéuticos que lo venden bajo licencia.
Las marcas, los nombres coloridos y los gráficos están permitidos, lo que provoca un solapamiento entre el cannabis medicinal y las formas recreativas del producto. Resulta muy confuso, desde luego.
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