Los sistemas de gestión de calidad son marcos esenciales en la industria farmacéutica, que sirven como estructuras cohesivas que reúnen diversos elementos, garantizando coherencia y eficacia en los procesos, procedimientos y métricas en todas las facetas y ubicaciones de una organización. En el sector farmacéutico, al igual que en otras industrias, la armonización es el pegamento que lo une todo para garantizar un funcionamiento fluido y coherente.
Cuando se combina con un sistema de gestión de calidad sólido, la armonización aumenta la capacidad de la organización para optimizar los procesos, establecer normativas uniformes y facilitar una comunicación efectiva. Sin embargo, la armonización no significa imponer uniformidad en todos los procesos y ubicaciones de la organización; sino que debe actuar como la base sobre la cual se lleva a cabo la transferencia y el intercambio de las mejores prácticas que hacen avanzar a la organización. A medida que las organizaciones crecen y se expanden, sus operaciones se vuelven más complejas e intrincadas, lo que requiere una reevaluación de los sistemas de gestión de calidad existentes para garantizar que los procesos estén estandarizados, y que cada elemento nuevo se haya integrado correctamente para funcionar sin problemas en un marco en evolución.
En este artículo, evaluaremos escenarios en los que armonizar debería ser prioritario y las implicaciones de no hacerlo en la eficiencia y el desempeño de la organización.